El tener una saga tan extensa como “Pokémon” debería resultar en secuelas que vayan mejorando con el tiempo, pero desgraciadamente, ese no es el caso. Definitivamente hemos tenido excepciones a la regla; cintas que resaltan por lo inesperadamente sólidas que son. El problema es que estas son muy pocas, y que la mayoría de las películas son absolutamente mediocres: llenas de escenas de batalla gratuitas, animación de calidad variable, y más grave, historias que se parecen demasiado las unas a las otras. Casi todas involucran a Ash y sus amigos llegando a un nuevo pueblo o ciudad, involucrándose en una leyenda que, por casualidad, se está haciendo realidad, y salvando al mundo. Hacer tres ó cuatros películas con esta temática podría ser aceptable. Tener más de diez filmes con la misma estructura ya es imperdonable.

Lamentablemente, “Pokémon: Giratina y el Guerrero Celestial” no es muy diferente. Es más de lo mismo, pero con más relleno, animación de calidad cuestionable, y personajes con motivaciones casi imposibles de entender. Tanto la inclusión con nuevos personajes como la narrativa están llenos de potencial, pero desgraciadamente, no son explotados al máximo. Todo lo que tiene “Pokémon: Giratina y el Guerrero Celestial” son buenas ideas y conceptos decentes; el problema es que la película no sabe cómo utilizarlos ni cómo desarrollarlos. Es casi como si los cineastas tuvieran miedo de hacer algo demasiado complicado, o como si subestimaran a su público. Creo que ya estamos viviendo una época en la que los guionistas y directores deberían saber que los niños son capaces de entender más de lo que ellos se imaginan; el problema es que los encargados de traer “Pokémon: Giratina y el Guerrero Celestial” a la pantalla grande no han recibido la noticia.

Los humanos están bien aburridos

El concepto central de “Pokémon: Giratina y el Guerrero Celestial” se basa en la existencia de un Mundo Al Revés, el cual compensa la existencia del mundo normal de Pokémon. En el prólogo de la cinta, nos enteramos que un científico llamado Newton Graceland descubre dicho mundo, y a un Pokémon que vive en él, Giratina. Los villanos siendo villanos, Newton, y sus asistente, Zero, comienzan a desarrollar un plan para hacerse con Giratina y conquistar el Mundo Al Revés. Como deben imaginarse, Ash y sus amigos se ven involucrados en este embrollo, y tendrán como tarea el detener tanto a Newton como a Zero, para salvar al mundo y toda la cosa.

El mayor problema de la trama de “Pokémon: Giratina y el Guerrero Celestial” es que las motivaciones de los personajes nuevos no son claras. Newton es un científico ambicios, pero no queda claro el por qué se animaría a actuar como un villano megalomaníaco, y Zero realiza varios actos nefastos a lo largo de la película, y jamás queda claro por qué lo hace. Tiene algo que ver con la contaminación —porque estas películas siempre están tratando de incluir algún problema del mundo real, como para darle una lección a los espectadores más pequeños de la casa—, pero aparte de eso, no incluye nada particularmente interesante. Como siempre, los personajes son clichés andantes —las películas de “Pokémon” nunca han sido conocidas por las caracterizaciones sutiles, pero definitivamente hemos tenido villanos más interesantes que Newton y Zero en secuelas anteriores.

Por otro lado, Ash Ketchum sigue siendo el mismo protagonista genérico de siempre; sus compañeros no tienen mucho qué hacer, y el Equipo Rocket tiene una aparición breve y, desgraciadamente, olvidable. Los Pokémon nuevos, en todo caso, son un poco más interesantes; Giratina, a pesar de ser otra criatura incomprendida —como suele pasar en casi todas estas cintas— tiene algo de personalidad, y Shaymin comienza siendo un poco desesperante, para convertirse en uno de los personajes más interesantes de la película. En serio; son las criaturas las que hacen que valga la pena —aunque sea un poquito— ver “Pokémon: Giratina y el Guerrero Celestial”. Los humanos, curiosamente, no contribuyen demasiado a la causa.

¡Necesitamos un cambio!

La animación es todo lo que uno esperaría de una película de la franquicia: animación sencilla en 2D mezclada con elementos en 3D que simplemente no combinan bien con los personajes. Consideren, si no, al robot gigante de Zero; no podría lucir más fuera de lugar ni aunque se tratara de una parodia. La música no es nada del otro mundo, y en general, la animación, aunque simple, al menos no luce terrible. Pero tenemos el mismo problema de siempre: los creadores de estas películas no se animan a realizar ningún cambio, por lo que acabamos terminando viendo un filme que se siente, luce y, en general, de disfruta (o no) igual que cualquiera de las entregas anteriores. ¡Necesitamos un cambio URGENTE!

Ya debo sonar como un disco rayado —después de todo, ya son como 11 u 12 películas de “Pokémon” las que he revisado hasta el momento. Pero no puedo dejar de mencionarlo: estas películas se van pareciendo cada vez más, haciendo uso de las mismas estructuras, las mismas “sorpresas” narrativas, y hasta las mismas técnicas de animación. Cada secuela tiene menos sorpresas bajo la manga, y por ende, terminan por aburrir más. No hay mucho que pueda recomendar de “Pokémon: Giratina y el Guerrero Celestial”; a menos que sean fanáticos acérrimos de la saga, no creo que vayan a poder extraerla demasiada diversión a la película. Si han visto tres o cuatro de estas —incluyendo esta nueva entrega, o no—, han visto todas.