Ghost Recon Wildlands

Parecía ayer cuando Ghost Recon Wildlands se anunció sorpresivamente en una de las tantas conferencias de Ubisoft como parte del E3. 2017 marcó el regreso de una de las series más conocidas de Tom Clancy, y nadie se imaginaría que marcaría un antes y un después para la franquicia.

Desde su concepción a principios de la década del 2000, las primeras entregas de Ghost Recon apelaban a un público que buscaba una experiencia realista, con un comando de soldados especializados en distintas habilidades para hacer frente a amenazas a nivel global. Y aunque se mantuvo durante años la idea del juego en equipo, posteriormente Ubisoft intentaría ajustarse a las tendencias que puso en la mesa juegos como Call of Duty 4: Modern Warfare (2007) para hacerlo más cinematográfico. Así, tuvimos entregas como ‘Ghost Recon: Future Soldier‘, que en su momento fue severamente criticado por los fans más veteranos, pero el tiempo le dio su lugar merecido.

Wildlands marcó un nuevo punto de partida, pues tomaba los elementos clásicos de cuatro soldados especialistas en un terreno de mundo abierto intentando cumplir una serie de objetivos, pero manteniendo un factor importante: el sigilo. La amenaza esta vez nos llevaba hasta Latinoamérica y siendo el foco principal Bolivia, un lugar tomado por el narco más bravo de todos conocido como ‘El Sueño’, quien encontró la forma de hacerse con el poder tras una serie de negocios con el gobierno para permitirle mover toda la droga posible a distintos países, sí, incluso Perú.

La misión de los ‘Ghosts‘ es desetabilizar toda la operación de ‘El Sueño’ y poder liberar a Bolivia. Seguramente la historia podría parecer la clásica narrativa de ‘gringos buenos, latinos malos‘, y sí, puedo darles la razón, pero lo que construyeron alrededor es lo que genuinamente te atrapa. La zona de Bolivia donde se ambienta el juego nos muestra la parte del campo, con montañas y casas humildes que retrata a una población que no se detiene en su vida diaria, a pesar de estar conscientes de que el narcotráfico los domina completamente.

Ghost Recon Wildlands

Durante el viaje terminas encontrándote con una facción rebelde, al mando de Pac Katari, un revolucionario que promete ayudarnos a derrotar a ‘El Sueño‘ y conforme vamos haciéndoles favores como destruir antenas, robar provisiones y hackear cosas, empezaremos a recibir la ayuda de un ejército de bolivianos dispuestos a darlo todo por su país.

Hasta cierto punto uno puede llegar a sentirse muy inmersivo dentro del mundo cuando te tomas en serio el aprovechar el silencio y saber jugar en equipo. Es verdad que los desarrolladores también dieron la chance de poder completarlo por tu cuenta (con los miembros de tu equipo controlados por IA) pero la verdadera experiencia es jugarlo con tres amigos; no solamente porque las risas no faltarán, también por una mejor coordinación.

Por supuesto también podemos ir por el camino de disparar sin silenciador cuando el sigilo no es una opción, pero terminarás enfrentándote a una oleada de enemigos, y hasta llegaría otra facción que domina Bolivia conocida como ‘La Unidad‘; unos paramilitares con mejor equipo que los narcos de Santa Blanca.

Ubisoft durante los últimos años se caracterizó por incrementar sus juegos de mundo abierto, con la idea de que el jugador se mantenga ocupado durante los próximos meses, y aunque la idea ha llegado a funcionar en varios títulos de la compañía; eventualmente se ha producido un cansancio como le ha sucedido a Far Cry con su sexta entrega y hasta al propio Assasssin’s Creed.

Ghost Recon Wildlands

Ghost Recon Wildlands me regresó a la época donde ‘Ubi’ todavía se tomaba el tiempo para planear muy bien cómo conseguir que sus juegos de mundo abierto se sentirían realmente divertidos y no caer en lo repetitivo. Me encanta ese concepto de ir derribando a los secuaces de ‘El Sueño’ para eventualmente ir hasta el jefe final y poder darle vuelta. Pero no solamente eso, ya que en el camino vamos desviándonos con misiones secundarias, y hasta encontrarnos con personajes conocidos de la serie Tom Clancy.

El escenario ambientado en Bolivia se cuida en detalles, y aunque probalemente se hayan tomado libertad para crear ciertas zonas, está muy bien logrado que las zonas donde se encuentran los jefes narcos se sientan tan diferenciados. Hay por ejemplo un lugar donde solamente veremos un extenso páramo con enemigos desplegados en pequeños campamentos para poder aniquilarlos con un rifle de francotirador. La amenaza siempre está latente en el juego, incluso cuando viajas en helicóptero, ya que puedes terminar derribado por algún misíl de los enemigos.

Nomad‘ es tú personaje principal a quien puedes cambiarle de apariencia y hasta el género, dándote la libertad de ponerle el atuendo a tu gusto, desbloqueando trajes conforme vas avanzando, desbloqueando armamento, entre otras cosas. La variedad de armas es enorme, con estadísticas para que puedas ir revisando cuál te conviene llevar para cada misión.

¿Tan perfecto es? Por supuesto que no. Ghost Recon Wildlands también peca de los clásicos bugs a los que nos tiene acostumbrado Ubisoft en varios de sus videojuegos, y me ha pasado que muchas veces el juego se cerraba inesperadamente o hasta mi personaje terminaba cayéndose en un precipicio sin fin. Si seguimos poniéndonos estrictos, muchas veces la IA tanto enemiga como aliada no responde bien, siendo objetivos muy fáciles.

Las ideas que tenía Ubi con este videojuego funcionaron muy bien, y habría estado encantado con que la franquicia hubiera seguido este buen camino. Lamentablemente las cosas no terminaron dándose bien cuando llegó la secuela, Breakpoint, que terminó siendo un fracaso comercial por haberse lanzado apresuradamente y siendo muy inferior a lo que hizo grande a Wildlands. Desde entonces, no hemos vuelto a tener una entrega de la saga. Ojalá pronto tengamos alguna novedad respecto a ello. Ya son 22 años de la franquicia y aunque se intentó vergonzosamente un battle royale para ‘celebrar’ el aniversario, terminó siendo cancelado.