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Apuesto a que no conocían esta. Zombie Massacre es, efectivamente, un videojuego, el cual fue lanzado para la Wii original el 2007. No muchos lo conocen, y menos se hubieran imaginado que sería eventualmente adaptado al lenguaje cinematográfico. Pero eso es precisamente lo que pasó… de la mano de Uwe Boll. Pero no se preocupen, esta vez el controvertido cineasta cumpliría únicamente el rol de productor —y bueno, también de actor… ya verán—, mientras que los desconocidos Luca Boni y Marco Ristori se encargarían de la dirección y el guión.

Esto podría sonar como una buena noticia, inicialmente…. hasta que uno ve la película. En pocas palabras, Zombie Massacre se parece a cualquier otra película de Uwe Boll, en que es terrible. Visualmente fea y narrativamente inerte, se trata de una de las pocas películas basadas en videojuegos que estoy seguro no molestaron a muchos fanáticos. De hecho, dudo que incluso aquellos que hayan jugado el juego para Wii —no creo que sean muchos, dicho sea de paso— se hayan tomado el trabajo de buscar el DVD de este filme. En todo caso, si es que lo estaban considerando, sugiero que no lo hagan.

La trama es genérica y previsible. Luego de experimentar con un arma bacteriológica, el gobierno de los Estados Unidos causa un accidente en un pequeño pueblo en Europa del Este, haciendo que toda su población se convierta en zombies. Ahora, tienen que detonar una bomba en la planta nuclear del lugar para poder acabar con toda evidencia de su accidente. Para ello, tenemos a nuestros protagonistas, un grupo de cazarecompensas entre los que se encuentran  el francotirador Dragan (Daniel Vivian), el experto en demoliciones Mad Dog McKellen (Mike Mitchell), y Eden (Tara Cardinal), experta con la espada samurai (¿?).

Tara-Cardinal-in-Zombie-Massacre-2012-Movie-Image

El líder del grupo es Jack Stone, un ex soldado americano interpretado por Christian Boeving. Habiendo estado en la cárcel por una buena cantidad de años —y por razones que poco o nada tienen que ver con la trama de la película— a Jack le prometen su libertad y la custodia de su hijita, con tal de que cumpla con la misión.

Me imagino que lo primero que deben estar preguntándose es: “¿no sería más fácil tirar una bomba desde un avión, y ya?” Pues sí, pero en ese caso, no tendríamos película. Son esos saltos lógicos los que Zombie Massacre nunca logra superar, haciendo de la narrativa una serie de enredos, traiciones y coincidencias idiotas, en vez de una historia coherente e interesante. Sé que una película de terror gratuito no tiene que tener la mejor de las historias —no estoy pidiendo algo de enorme complejidad—, pero tampoco debería ser tan estúpida como para distraerlo a uno de toda la acción y la sangre.

En todo caso, si todavía se seguían preguntando si es que la película presenta alguna justificación para el hueco gigante que tiene la premisa… pues si lo hace, hasta cierto punto. Resulta que nuestros protagonistas se encuentran con Sam (Ivy Corbin), hija del científico que creó el virus zombie original. Ella tiene la cura para la infección; es por esto que era tan importante mandar a un grupo de gente al pueblo, y no simplemente tirar una bomba. Evidentemente esta una explicación para justificar la estructura del guion y la premisa del filme, mas no una explicación que sirva dentro de la ficción; no hay forma de que los personajes sepan esto de antemano. Pero bueno, al menos la cinta tratar de introducir algunos giros medianamente sorprendentes, como para que no se ponga demasiado plana.

QUOTE Zombie Massacre

Desafortunadamente, también emplea varios clichés del género, desde tradiciones que absolutamente todos deberían esperarse, hasta personajes que jamás logran trascender los estereotipos que habitan. El trabajo de maquillaje, sin embargo, es bastante bueno, especialmente considerando que se trata de una producción de bajo presupuesto producida por Uwe Boll. Zombie Massacre es, por momentos, bastaría asquerosa, lo cual muchas cintas de zombies, para sorpresa mía, no siempre logran ser. Estos zombies realmente se ven como muertos vivientes, pudriéndose continuamente.

Las actuaciones son tan mediocres y exageradas como uno esperaría. Los protagonistas son completamente desechables; soldados estereotípicos, o en el caso de la Eden de Tara Cardinal, guerreras samurai que, de día, trabajan en Las Vegas (¿?) Ivy Corbin es sorprendentemente carismática como Sam, al menos; es una pena que su personaje no sea más que un plot point andante. Y mientras menos se diga sobre Uwe Boll como el PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS (como acento alemán y todo), mejor.

Desde un monstruo (o “Ultimate Creature”, como le dicen en la película) que se parece demasiado al Némesis de Resident Evil, hasta secuencias de acción sangrientas pero terriblemente genéricas, Zombie Massacre es como una amalgamación de diferentes cintas del género, licuadas sin cuidado y servidas bajo la supervisión del eternamente mediocre Uwe Boll. La dirección es cumplidora y el trabajo de maquillaje es bueno, pero fuera de eso, no hay mucho más que pueda recomendar de Zombie Massacre. A pesar de no haber sido dirigida por Uwe Boll, se sienta como una más de sus películas; igual de innecesaria, igual de absurda, y finalmente, igual de olvidable.