Bueno, tenía que llegar a esto. Como se me está comenzando a acabar la mayoría de películas mainstream basadas en videojuegos, eventualmente tenía que llegar a las películas animadas de “Pokémon”. ¿Y por qué no? Total, solía ser un gran fanático de la franquicia cuando era pequeño (sigue gustándome, pero ya no soy un fanático), y he visto, al menos, las primeras cuatro entregas unas tres o cuatro veces cada una. Ahora, como disfruté de estas películas de niño, quizás no vaya a ser tan objetivo con estas producciones como debería.. o bueno, al menos no tanto con las primeras. Eventualmente llegaré a las cintas más recientes, las cuales tendré que ver por primera vez, y ahí no habrá nostalgia de por medio.

En todo caso, hoy me toca escribir sobre “Pokémon: la primera película”, una producción que, como deben estar imaginándose, se estrenó cuando la franquicia estaba viviendo su mejor momento. Ya saben, eran finales de los 90s, y la fiebre amarilla se estaba viviendo en todo el mundo: Pokémon estaba en todas partes, habiendo comenzado simplemente como un videojuego para Gameboy, para luego transformarse en todo un proyecto multimediático, el cual incluía un anime ridículamente popular, toda suerte de merchandising, y por supuesto, su primera película para cine.

Ahora bien, dicha película no estaba basada en los juegos; de hecho, era una suerte de continuación del anime, teniendo como protagonistas a los mismos personajes (Ash Ketchum, Misty, Brock, el Pikachu que se rehusa a entrar a una Pokébola), y siguiendo la misma línea de animación, estilo y humor. Habiendo sido fanático del anime Y de los juegos, no recuerdo haberme sentido decepcionado por la película, pero me imagino que los gamers más acérrimos hubieran preferido ver algo un poco más fiel a los juegos. En todo caso, a mi “yo” de ocho o nuevo años no le importó mucho esto; de hecho, llegué a pedir el VHS original del filme por algún cumpleaños o alguna Navidad, y hasta lo tengo en DVD original hoy en día.

Con cortometraje y todo

No obstante, debo admitir que no había visto “Pokémon: la primera película” desde hace ya varios años. Tengo recuerdos bastante claros de cuando fui a verla en el cine —con mi papá y mis abuelos, dicho sea de paso—, y también recuerdo haberla visto en casa varias veces luego de dicha excursión. Recuerdo, también, que me divertía, y que servía como un constante enlace con el anime que veía en casa; en pocas palabras, era el producto perfecto para los niños fanáticos de la franquicia, pero muy probablemente, algo insufrible o al menos aburrido para alguien algunos años mayor.

En todo caso, haber visto “Pokémon: la primera película” con ojos de adulto ha resultado ser una experiencia interesante. Es gracias a la nostalgia que no odié la película a los 28 años, pero siendo francos, hay muchas maneras de analizar esta producción y darse cuenta que… bueno, no es la mejor cinta animada jamás estrenada en cines. Y peor si uno llega a darse cuenta de que está increíblemente censurada en comparación a su contraparte nipona… pero esa es otra conversación. En todo caso, a pesar de que “Pokémon: la primera película” no es una cinta terrible, definitivamente sufre en comparación a producciones más recientes y mejor pulidas.

A pesar de que no se trata de un largometraje muy… bueno, largo, la gente de Nintendo igual necesitó incluir un corto antes de la historia principal, como para rellenar la cuestión. Dicho corto, llamado “Las Vacaciones de Pikachu”, no es lo peor que haya visto jamás, pero es cursi, es ligeramente aburrido… y es increíblemente inofensivo. No está del todo mal para los más pequeños de la casa —quienes serán los que se diviertan más con estas aventuras mudas y absurdamente inocentonas—, pero para el resto —sean fanáticos o no—, se trata de una mini historia innecesaria que lo deja a uno más impaciente que otra cosa por disfrutar el plato principal. Es demasiado para veinticinco (!) minutos.

Un prólogo sorprendente

Pero lo importante acá es la película en sí, la cual comienza con un prólogo sorprendentemente oscuro y profundo. Sí, en serio. Estoy seguro que muchos miembros del público no esperaban que su primera película de “Pokémon” iniciase con una reflexión sobre la mortalidad, la naturaleza del alma, y lo que significa estar vivo… pero eso es precisamente lo que hace “Pokémon: la primera película”, y siendo honestos, no lo hace del todo mal.

La idea es que un grupo de científicos han agarrado el ADN de un Pokémon extinto llamado Mew, y han creado una nueva criatura llamada Mewtwo. El problema es que, como buen monstruo creado artificialmente —piensen en el Monstruo de Frankenstein—, Mewtwo hace uso de su libre albedrío para destruir todo y escaparse… y es ahí donde termina el prólogo del filme. La mejor parte de la película, siendo honestos.

¿Pokémon antiviolencia?

El resto de la cinta tiene como protagonistas a los personajes mencionados líneas arriba —los mismos del anime—, quienes viajan a la Isla de Mewtwo luego de ser convocados para una suerte de torneo de batallas Pokémon. Ahí se enterarán de que Mewtwo, en realidad, está fabricando clones de Pokémon para dominar el mundo o algo así. Es una pena; un personaje que comienza como una figura trágica se convierte en un megalomaníaco más del montón (y no, su filosofada barata y redención poco merecida durante el último tercio de película no cuenta).

Si disfrutaban del anime en los 90s, sabrán que esperar de “Pokémon: la primera película”. De hecho, uno de los elementos más decepcionantes de la cinta es que no termina siendo una gran mejora en relación a la serie de televisión: la calidad de animación es la misma —o sea, se ve barata— y el guión es exageradamente cursi, tanto así que trata de meternos temas antiviolencia por la garganta de una manera que solo podría ser descrita como forzada. Sí, hay uno que otro elemento en 3D por ahí, pero el resto de la animación es tan plana, que en vez de complementar a lo ya existente, terminan sintiéndose fuera de lugar.

Y regresando a los temas. Es curioso que una franquicia conocida por haber generado controversia al incluir peleas de animales (es decir, las peleas entre Pokémon) trate de forzar un mensaje antiviolencia, pero aquí lo tienen. Esto tiene una simple explicación; dicho mensaje no está presente en la versión japonesa, y fui incluida por 4Kids Entertainment a la hora de escribir el guion doblado. Supongo que era una suerte de disculpa o lavada de manos, como para alejar a la franquicia de la controversia; bueno, solo diré que no funcionó.

No lloré

Algunas de las peleas no lucen del todo mal —la introducción con Ash y Pikachu es bastante divertida— y personajes como el Equipo Rocket y Meowth tienen líneas de diálogo bastante graciosas, pero nada de esto es suficiente como para que el filme deje de sentirse como un capítulo extendido del anime. Sí, hay harto meme en Internet manifestando que una de las escenas del tercer acto hizo llorar a la mayoría de millenials que eran niños a fines de los 90, pero… ¿han tratado de ver la película hoy en día? Más que emocional, dicha escena de siente manipuladora y, francamente, deshonesta. Pikachu me cae bien y todo, pero si realmente creían que algo malo le iba a pasar, necesitan ver más películas.

“Pokémon: la primera película” no es aburrida, necesariamente —es demasiado corta (si no consideran el cortometraje inicial) y sencilla como para serlo. Pero a la vez, no puedo evitar sentir que hubiera sido mucho más interesante si desarrollaban algo un poco más ambicioso, algo que no se sintiera como una simple extensión del anime —y por qué no, algo más parecido a lo que introduce el sorprendentemente reflexivo y oscuro prólogo. “Pokémon: la primera película” sirve para entretener a los fanáticos más pequeños de la franquicia, pero para aquellos que ya hemos crecido y la vemos ahora con otros ojos, simplemente no termina de funcionar.