Sí, existe una película basada en los juegos de “Fatal Fury”. De hecho, son tres, y todas son de anime, no con actores de carne y hueso. Las primeras dos, sin embargo, no son técnicamente largometrajes; son consideradas, más bien, como especiales animadas desarrollados exclusivamente para TV, lanzados únicamente en Japón. El tercer producto, por su parte, sí fue producido como un largometraje hecho y derecho, razón por la cual obtuvo el título de “Fatal Fury: La Película”. Eso, y también cuenta una historia separada de las otras dos, razón por la que no tenía caso nombrarla como una secuela ni nada por el estilo.

Siendo una película de anime basada en un juego de peleas, resulta curioso el que “Fatal Fury: La Película” no sea tan conocida como, por ejemplo, “Street Fighter II: La Película”. Supongo que se debe a que dicha franquicia es bastante más popular que esta, o a que, siendo justos, dicha cinta es superior a la que nos ocupa en el presente texto. No por mucho, felizmente; a pesar de que “Fatal Fury: La Película” carece de suficiente acción como para satisfacer a los más acérrimos fanáticos de los juegos, no se trata de un filme deficiente. Es cumplidor, está bien animado, y resulta entretenido, especialmente si uno ha visto los dos especiales animados anteriores.

El MacGuffin central de la película es la Armadura de Marte, un artefacto al que le fue inyectado, por así decirlo, el poder del Dios de la Guerra. Inicialmente fue utilizada por Gaudemus, un déspota que usó la armadura para conquistar varios países del Medio Oriente, pero luego fue perdida. Años después, es encontrada —al menos en parte— por Cheng Sinzan; desgraciadamente, otros personajes logran hacerse de otros pedazos de la armadura y estos, lamentablemente, no tienen intenciones particularmente honestas.

Una historia aparte

De hecho, el líder de los villanos de turno, Laocorn, quiere hacerse de todos los pedazos de la Armadura de Marte, y no parará hasta lograrlo. Es por ello que Cheng busca la ayuda de su hermana melliza, Sulia, quien encuentra a Terry Bogard en Japón, junto a su hermano Andy, y la novia de Andy, Mai Shiranui. Ya reunidos, se dedicarán a buscar todas las piezas de la armadura para evitar que el Dios de la Guerra retorne, y destruya el mundo como lo conocemos.

Como se deben haber dado cuenta, a diferencia de lo que uno esperaría, “Fatal Fury: La Película” no cuenta la historia de un torneo de artes marciales ni mucho menos. De hecho, el filme hace todo lo posible por diferenciarse de los dos especiales animados, prefiriendo contar una historia aislada que sirve como una suerte de spin-off de los videojuegos. Se trata de un concepto original que podría agradar a algunos, pero que a la vez, tiene el potencial de enfurecer a los fanáticos de los juegos. Después de todo, la narrativa nunca fue el punto fuerte de los juegos de “Fatal Fury”, por lo que dudo mucho que los seguidores de la franquicia hayan estado a la espera de una trama compleja o profunda de parte de la cinta.

De hecho, es por la manera en que es desarrollada la trama que “Fatal Fury: La Película” no presenta tantas secuencias de pelea como uno esperaría. No me tomen a mal; incluye combates, y todos están muy bien animados, pero es necesario soplarse varias escenas de diálogo para poder disfrutarlos. De hecho, “Fatal Fury: La Película” no tiene el mejor de los ritmos; alterna demasiado entre escenas de exposición narrativa y pseudo desarrollo de personajes con los momentos de más emoción, por lo que hay largas secciones de película en las que la mayor parte de fanáticos estarán impacientes, esperando a que comience la siguiente secuencia de pelea.

Nada del otro mundo

Por otro lado, “Fatal Fury: La Película” es inesperadamente madura, especialmente en lo que se refiere a su sentido del humor. No es nada particularmente vulgar ni explícito —no hay nada parecido a la escena de ducha de Chun-Li en “Street Fighter II”, por ejemplo—, pero sí es lo suficiente como para haber tenido versiones innecesariamente censuradas para TV. Recomiendo ver “Fatal Fury: La Película” en su versión sin censura, o en formatos como DVD, para que pueda ser disfrutada al 100%.

En términos de fidelidad a su fuente de inspiración, “Fatal Fury: La Película” no está del todo mal. Nuevamente, se trata de una suerte de spin-off, por lo que a nivel de historia o de situaciones, no encontrarán nada muy familiar, pero las caracterizaciones son precisas. Lo que sí me llamó la atención, sin embargo, fue un poco el diseño de los personajes; se ven más pequeños o débiles de lo que los recordaba de los videojuegos, lo cual resulta en que no se sientan tan fuertes en las escenas de artes marciales. Es una queja menor —especialmente en comparación a los problemas de ritmo o la carencia de secuencias de batalla en ciertos momentos— pero sí me fastidió un poco.

“Fatal Fury: La Película” es una adaptación cumplidora, un filme que debería satisfacer a los fanáticos de la franquicia hasta cierto punto. La animación es de buena calidad y las actuaciones de voz son satisfactorias, pero el balance entre drama y violencia no es el adecuado, los cambios de tono son a veces desconcertantes —una pelea intensa seguida de una secuencia de humor subido de tono— y la historia, aunque interesante, se puede llegar a sentir algo fuera de lugar en el mundo de “Fatal Fury.” “Fatal Fury: La Película” no es una mala interpretación de la famosa saga de juegos de pelea, pero definitivamente pudo ser mejor; si necesitan verla, recomiendo que lo hagan luego de haber disfrutado de los otros dos especiales animados. Definitivamente ayudará a que la experiencia sea más satisfactoria.