
Glen Schofield, quien dirigió varias entregas de Call of Duty como Modern Warfare 3 (2011), Advanced Warfare (2014) y WWII (2017), declaró en una entrevista con VGC durante Gamescom Asia que está “profundamente preocupado” por el rumbo que podría tomar la franquicia tras su adquisición por Microsoft. Su inquietud no es menor, pues se centra tanto en la cultura corporativa como en señales de que la calidad creativa del juego podría verse comprometida a largo plazo.
Entre los aspectos que Schofield menciona como motivo de alarma está la posible eliminación del sistema de bonos que se otorgaba a los desarrolladores en función del éxito de los juegos. Cree que ese tipo de incentivos es importante para motivar al equipo, y teme que su retiro pueda afectar la retención del talento. También apunta que al unirse a una gran corporación, los equipos tienden a adoptar rasgos corporativos que podrían “diluir” lo que hacía fuerte a Call of Duty.
Schofield expresó que tras su salida de Sledgehammer Games (2018), muchos títulos de la franquicia han “vendido bien, pero no han sido muy buenos” en cuanto a innovación o calidad perceptible, al menos desde su punto de vista. Sociólogos del juego y fans han comentado en otros foros que Black Ops 6 tuvo un pico fuerte en jugadores gracias a su lanzamiento en Game Pass, aunque luego sufrió una caída más pronunciada que la de otras entregas.
Finalmente, aunque Microsoft asegura que la franquicia seguirá siendo multiplataforma y que respetará acuerdos previos, Schofield advierte que muchos cambios estructurales podrían afectar la identidad del juego: incentivos, cultura de desarrollo, manejo interno de la marca, esperando que esos factores no erosione lo que hizo que Call of Duty fuese exitoso en primer lugar.

