Hubo una época donde recibíamos cada año una película de Dragon Ball Z. Algunas salieron bien, otras, quedaron relegadas como un mal recuerdo. Debemos tener en claro que DBZ vivía sus mejores momentos, gracias al anime, y lanzar películas con personajes originales, fue muy rentable para Toei Animation.

En 1994 llegaría «Dragon Ball Z: Super senshi gekiha! Katsu no wa ore da» que su título para Latinoamérica fue traducido como «El Combate Final«, siendo la película que cerraría la trilogía donde veríamos a Broly por última vez.

Broly había ganado fama internacional un año antes cuando se estrenó su primera película, «El poder Invencible» (Dragon Ball Z: Moetsukiro!! Nessen – Ressen – Chōgekisen), para luego retornar en «El Regreso del Guerrero Legendario» (Dragon Ball Z: Kiken na futari! Super senshi wa nemurenai).

Dragon Ball Z

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Toei quería cerrar con «broche de oro» la historia de Broly, pero aún quiero entender cómo les vino a la cabeza resucitar al saiyajin de esa forma. En El Combate Final, teníamos al villano conocido como Señor Jaguar, ex-rival de Mr. Satán, experimentando con «bio-guerreros» capaces de poder vencer al campeón de las artes marciales.

No solo teníamos a Satán como principal foco de una película, también aparecía la Androide #18, Goten y Trunks. Juntos terminan llegando a la mansión de Jaguar donde se enfrentarán a estos bio-guerreros que son derrotados fácilmente. Sin embargo, Jaguar y sus científicos tenían a un guerrero definitivo que había sido clonado, siendo nada menos que Broly.

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El uso de clones como narrativa es algo que se ha visto en incontables oportunidades tanto en videojuegos, series, películas, cómics. Aunque pueda ser un recurso para hacer más interesante cierta trama, para esta película de Dragon Ball Z parecía que solo había que seguir explotando al personaje de Broly, pero haciéndolo peor.

En cierto momento de la historia se revela que un personaje que apareció en la segunda película de Broly logró obtener restos de sangre del combate que tuvo el legendario saiyajin contra Gohan, llevándosela a Jaguar para crear un clon.

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Hasta el momento de la presentación de este nuevo Broly todo podía haber quedado en: «Ok, otra vez van a enfrentarse a Broly, pero esta vez quiero ver cómo lo harán sin tener a Gohan o Gokú«. Las cosas se van completamente al diablo cuando le caen estos restos químicos, convirtiendo a Broly en una masa verde totalmente deforme, con uno de los peores diseños que he visto en Dragon Ball Z.

Aunque admito que me encantó ver a la Androide #18 en acción, las peleas durante la película no tienen nada destacable y solo ves a esta masa verde repartiendo golpes y gritando. Ni la llegada de Krillin ayudó a carrear la cinta.

Todo pasa tan rápido que se queda como una película a medias, donde pareciera que Toei ya quería deshacerse del personaje como sea. Ahora comprenderán porque nadie habla de esta película y todos se quedan con las dos primeras, aunque he de admitir que «El Poder Invencible» es la mejor.

Pasarían años, y Broly entraría al canon gracias a Dragon Ball Super: Broly, estrenada en 2018, donde si le hicieron un mejor tratamiento al personaje.