Qué increíble. Una película decente de “Pokémon”. No es que sea un hater ni nada por el estilo, pero considerando que estoy viendo estas películas de manera relativamente seguida desde el año pasado, deben entender que ya estoy un poquito saturado de tanto monstruo de bolsillo… al menos en lo que se refiere a sus aventuras cinematográficas. El hecho de que la mayor parte de estas películas sean o mediocres o simplemente terribles, al menos en términos narrativos y técnicos, ciertamente ayuda. Por eso recibo una cinta como “Pokémon: Lucario y el Misterio de Mew” con los brazos abiertos; no, no acaba con la fórmula de estas historias ni nada por el estilo, pero al menos está mejor animada que la mayoría de las anteriores, y logra expandir el mundo de esta franquicia de maneras sorprendentemente interesantes. Nada mal, para ser honesto.

Como siempre, nuestro protagonista es Ash Ketchum que, para variar, está viajando con su fiel Pikachu y sus amigos por el mundo de Pokémon. Esta vez, han llegado al Palacio Cameron, la capital de un Reino con un gran pasado. De hecho, cuenta la leyenda que un héroe, llamado Aaron (sí, en serio) salvó a este lugar de una gran guerra con la ayuda de su Pokémon, Lucario. Y como deben imaginarse, Ash y sus amigos se ve involucrados con la majestuosa criatura, quien regresa a través de una antigua reliquia. Pero no todas son buenas noticias —Pikachu es secuestrado por Mew, y llevado al Árbol del Principio, en donde se supone Aaron volverá a salvar al mundo. Por ende, Ash tiene que ir a dicho lugar para reencontrarse con su viejo amigo, y de paso, ayudar a Lucario.

Algunas innovaciones

Lo más vistoso de “Pokémon: Lucario y el Misterio de Mew” definitivamente está en lo técnico. Se demoraron, pero por fin le dieron algo de presupuesto a una de estas películas, lo cual resulta en un producto final que mezcla varias técnicas de manera algo inconsistente, pero visualmente espectacular. Sí, en serio; ¡por fin tenemos una cita de “Pokémon” que no se ve súper barata! Y aunque las imágenes en 3D todavía resaltan de manera algo torpe, al menos hacen uso de mejores texturas y un mejor framerate, lo cual les permiten combinar un poquito mejor con los modelos en 2D. Y la animación en 2D no está del todo mal: fluye muy bien, y de hecho luce mejor que cualquiera de los episodios del anime para TV. Puede que “Pokémon: Lucario y el Misterio de Mew” no esté al nivel de una obra de Miyazaki, por ejemplo, pero al menos logra superar a cualquiera de sus predecesoras (sí, incluso las que se estrenaron en cines por estos lares).

Adicionalmente, “Pokémon: Lucario y el Misterio de Mew” es un poco más ambiciosa a nivel narrativo. Esta vez tenemos una historia que hace un buen uso de las leyendas que tanto mencionan en estas películas, otorgándole un trasfondo sorprendentemente interesante a los nuevos personajes y sus motivaciones. Lucario es particularmente intrigante; se puede comunicar en inglés —o japonés, o castellano, dependiendo de la versión de la película que esté viendo— y es frecuentemente oscuro, haciendo comentarios que, honestamente, no me esperaba en una película de este tipo. Ash, como protagonista, sigue siendo bastante plano, pero sus interacciones con los personajes secundarios tienen un poco más de chispa, y el momento en que se reúne con Pikachu —hey, no es ningún spoiler, ¿o acaso pensaban que no iba a pasar?— es sorprendentemente emotivo. Dudo que vaya a hacer llorar a alguien, pero algo hace sentir.

Eso sí, hay que admitir que, a pesar de ser más ambiciosa tanto a nivel técnico como a nivel narrativo, “Pokémon: Lucario y el Misterio de Mew” todavía sigue con algunas de las fórmulas establecidas en cintas anteriores. Ash y sus amigos conocen un nuevo pueblo, una nueva leyenda y nuevos Pokémon, y se ven involucrados en una situación legendaria que los obligará a ayudar a salvar el mundo. No es nada revolucionario, y si han visto alguno de los filmes anteriores, se puede sentir bastante repetitivo. Acá lo que vale es más la forma que el fondo, y la manera en que lo primero afecta, ocasionalmente no más, a lo segundo. Las películas de “Pokémon” no buscan revolucionar el medio ni nada por el estilo, pero a diferencia de algunas de las peores entregas, “Pokémon: Lucario y el Misterio de Mew” es, al menos, un poquito distinta, y un poquito menos infantil. Es algo.

¡Que sigan así!

No hay mucho más que pueda escribir sobre “Pokémon: Lucario y el Misterio de Mew”. A estas alturas del partido, uno ya se acostumbra —o se desespera— a las películas de la franquicia, por lo que no hay mucho más que pueda decir que no haya mencionado en críticas anteriores. En lo que SÍ puedo hacer énfasis es que “Pokémon: Lucario y el Misterio de Mew” es una de las mejores cintas de la saga, un filme que, a pesar de seguir la misma fórmula que sus predecesores, al menos trata de innovar —ligeramente— en la ambición de su narrativa, y en lo visual. La animación está muy bien, al igual que la música —y el tema principal—, lo cual ayuda a que ciertos momentos se sientan más emotivos y más honestos. Considerando lo baja que estaba la valla en lo que se refiere a las películas de “Pokémon”, el tener algo así vale la pena ser celebrado. Espero que la siguiente película continúe con lo que empezado en “Pokémon: Lucario y el Misterio de Mew”. Lo peor que podrían hacer sería regresar a lo anterior: la mediocridad absoluta.