No sé si me estoy comenzando a desensibilizar en relación a estas películas, pero cada vez se me hace más difícil quedar impresionado con una nueva entrega. A diferencia de algunas de las cintas anteriores, “Pokémon: El surgimiento de Darkrai” no causó ninguna reacción emocional o intelectual en mi. La vi, no me aburrí demasiado, aprecié algunos aspectos de la animación —otros no tanto—, pensé un poquito en las musarañas, y ahí acabó. Sí, supongo que algunas de las secuencias de acción son suficientemente emocionantes, y a nivel de diseño, Darkrai es de las mejores criaturas con las que ha contado la saga, pero fuera de eso, no hay mucho para recomendar en esta película. Si han visto alguna de las entregas previas, sabrán qué esperar de “Pokémon: El surgimiento de Darkrai”: ni más, ni menos. No es de las peores, pero tampoco de las mejores. Es absolutamente previsible y frustrantemente parecida a lo que ha venido antes.

Pero supongo que es lo que uno debería esperar de una nueva película de “Pokémon”. Han habido excepciones, pero sin contar las mismas, cada una de estas cintas le entrega a los fans exactamente lo que esperaban; ni más ni menos. En este caso, tenemos a Ash y sus amigos llegando al pueblo de Alamos, donde descubren que el lugar está siendo vandalizado por Darkrai, un Pokémon aparentemente maligno. A la vez, tenemos a otros dos Pokémon peleando en los cielos, lo cual causa que el pueblo comience a destruirse poco a poco. ¿Podrán hacer algo Ash y sus amigos? ¿Darkrai cambiará de parecer, y ayudará a los humanos? ¿Podrán nuestros protagonistas ir a algún pueblo sin que terminen por involucrarse en un evento potencialmente apocalíptico, relacionado a una vieja leyenda?

El 3D no va acá

Para variar, pero incluso más que en entregas anteriores, el contraste entre los fondos complejos y los efectos de animación 3D, y la animación en 2D de los personajes, no termina de convencer. Como siempre, los personajes —especialmente los humanos— están diseñados de manera sencilla, y son animados sin mayores detalles, mientras que los ataques de los Pokémon y ciertos escenarios parecen como algo sacado de una película totalmente distinta. Se trata, pues, de una combinación que nunca llega a cuajar, y que resulta en un producto final que, en un mundo ideal, recibirá todo un makeover para que pueda manejar una estética más uniforme. Entiendo que la calidad de la animación y el modelado en 3D esté mejorando con los años, pero eso no quiere decir que deban utilizarlo hasta por las puras en filmes que no lo necesiten.

En lo que se refiere a la narrativa, como se deben haber dado cuenta ya, no es nada del otro mundo. Es lo mismo de siempre; el arco de personaje de Ash es casi inexistente, y la nueva leyenda no ayuda mucho a contribuir con el mundo de Pokémon. El rol de la criatura del título, al menos, es un poco más interesante. Sí, sabemos que Darkrai terminará convirtiéndose en una fuerza del bien para el final —si no, creo que la mayoría de niños que estén viendo el filme pegarían un grito al cielo—, pero eso no quiere decir que su papel en la historia no sea interesante. Como suele pasar, las criaturas en sí terminar robándose el show, dejando a los humanos bastante mal parados. Si ya de por sí da rabia que Ash sea incapaz de ganar una sola Liga Pokémon, ya irrita, también, el que siempre se esté involucrando en situaciones sobrenaturales que simplemente no puede manejar.

En todo caso, al final del día, “Pokémon: El surgimiento de Darkrai” no es una película aburrida. De hecho, se mueve a buen ritmo, y a pesar de lo previsible que es —especialmente para los fanáticos mayores de la saga, o para quienes que, como yo, han visto todas estas películas en orden—, termina divirtiendo gracias a una buena cantidad de escenas de acción coloridas e inesperadamente emocionantes. Por más de que hayan problemas de contraste entre diferentes estilos de animación y modelado, se nota que los encargados del look de la cinta se están esforzando. Lo que necesitamos, en todo caso, son nuevos guionistas: gente que sea capaz de crear historias que dejen de seguir los mismos parámetros y las mismas estructuras.

No se siente imprescindible

“Pokémon: El surgimiento de Darkrai” es una película de relleno, una secuela que no se siente como parte importante de la saga, y que al final del día, no se diferencia demasiado de ninguna de sus predecesoras. La animación no es fea, pero el contraste entre el 3D y el 3D es perturbador, y el diseño del nuevo Pokémon principal es bastante vistoso, pero para variar, el problema está en la narrativa: la historia de “Pokémon: El surgimiento de Darkrai” es previsible, y prácticamente igual a lo que ya hemos visto incontables veces en cintas anteriores. Cada vez tengo menos esperanzas de que la siguiente entrega sea distinta; parece que los productores detrás de la saga no están interesados en cambiar el status quo. Toda una pena.