Imagen de Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos (2021) - Una sólida historia de origen
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Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos (2021) – Una sólida historia de origen

¡Un nuevo héroe ha llegado para quedarse!

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Publicado: 07 de septiembre del 2021

Habiendo ya pasado casi una semana desde el estreno de “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos”, creo que podemos declarar con cierta confianza que Marvel Studios lo ha hecho de nuevo: ha conseguido un nuevo éxito de taquilla, una de las historias triunfales más impresionantes de la pandemia. No es solo que la cinta ha sido vista por millones de personas en sus primeros días en cartelera; es también que ha roto varios récords de taquilla para el fin de semana de Labour Day en Estados Unidos. Considerando que “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos” ha salido solo en cines, en medio de una pandemia, y que tiene como protagonista a un héroe poco conocido, no se puede negar que le ha ido de lo lindo. A estas alturas del partido, ya es prácticamente imposible que a Marvel le vaya mal.

¿Y a qué se debe esto? Puede ser gracias a la popularidad con la que Marvel ya cuenta; el hecho de que haya podido introducirse de manera tan palpable al imaginario colectivo, haciendo que toda suerte de héroes poco conocidos (como los Guardianes de la Galaxia) se hagan famosos, ciertamente ayuda. Tienen un historial considerable de éxito —tanto con la crítica como con el público—, por lo que asumo mucha gente estaría dispuesta a regresar a los cines después de año y medio, solo para ver una nueva película de Marvel. Y a diferencia de “Black Widow”, “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos” se ha estrenado solo en la pantalla grande, por lo que no existe la opción (todavía) de verla en la comodidad de la casa. Si uno quiere ser “parte de la conversación” (al menos en lo que se refiere a la cultura popular actual), tiene que ir al cine.

Ciertamente ayuda, también, que “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos” sea una sólida historia de origen. De hecho, hasta me animaría a decir que se trata de una de las más memorables del MCU, por más de que se desinfle un poco durante su tercer acto. Lo que tenemos acá es un filme que le debe mucho al cine de artes marciales de Hong Kong, pero que también utiliza muy bien la mitología china, así como todo tipo de referencias al cine de acción, para desarrollar una trama con la que mucha gente podrá empatizar. Hace rato que los blockbusters dejaron de ser protagonizados únicamente por hombres blancos heterosexuales; que “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos” sea el primer filme de superhéroes con un protagonista asiático es un poco lamentable (¡porque debió suceder hace tiempo, ya!), pero igual es un hito que merece ser celebrado.

Después de todo, se trata de representación de la buena; una película con un reparto mayoritariamente asiático, dirigida por un cineasta previamente especializado en historias más bien intimas, sobre minorías o sobre gente siendo abusada por un sistema que no funciona como debería (por favor, vean las dos películas anteriores de Destin Daniel Cretton, “Short Term 12” y “Just Mercy” apenas puedan). Esa es una de las especialidades de Marvel: contratar a directores que se dedican a lo que se dedican porque quieren contar historias, y porque están más interesados en sus protagonistas a nivel humano, que en simplemente destruir ciudades o causar explosiones. Es por eso que “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos” funciona tan bien, y es por eso que estoy muy emocionado por ver lo que la gran Chloé Zhao (“Nomadland”) hará con “The Eternals”.

La cinta comienza con un flashback a los 90s, en donde vemos como el despiadado Xu Wenwu (Tony Leung), dueño de los poderosísimos Diez Anillos, conoce al amor de su vida, Li (Fala Chen). Es así que el primero convence a la segunda de renunciar a sus poderes y comenzar una familia, mudándose a un complejo alejado en las montañas. A pesar de vivir felices con sus hijos, Shang-Chi y Xialing, el pasado de Wenwu eventualmente lo encuentra, lo cual resulta en la muerte de su amada. Convencido de que no puede renunciar a su vida criminal, decide entrenar a su hijo mayor en el arte del asesinato, lo cual motiva a este a irse de casa a los 14 años para nunca regresar. 

Ya en el presente, vemos a un Shang-Chi adulto (Simu Liu) trabajando de valet con su mejor amiga, Katy (Awkwafina) en San Francisco. Todo lo que quiere es tener una vida normal y pasar desapercibido, pero de manera similar a su padre años atrás, su pasado lo termina encontrando. Es así que ambos terminan viajando a Macau, empecinados en encontrar a la hermana del primero, para contarle que su padre la está buscando. Eventualmente, la familia se reúne, un montón de peleas mano a mano se llevan a cabo, y nuestros protagonistas terminan descubriendo los verdaderos objetivos del megalomaníaco y poderoso Wenwu.

Como se deben imaginar, uno de los mayores aciertos de “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos” es haber contratado al legendario Tony Leung como su villano principal. Lo que hace este excelente actor es tratar a un antagonista potencialmente estereotípico como cualquier otro personaje que haya interpretado en películas de menor presupuesto. Wenwu es un hombre motivado por el duelo y por el amor que todavía siente por su finada esposa; por ende, uno termina entendiéndolo, por más de que esté actuando de manera irracional. Leung brilla en los momentos más dramáticos, lógicamente, pero también demuestra ser una fuerza de la naturaleza en las escenas de acción (consideren, si no, su primer encuentro con Li en los años 90).

El resto del reparto no se queda atrás, felizmente. Simu Liu es algo tieso durante los momentos más emocionalmente exigentes, pero aquello es compensado por su innegable carisma. El actor asiático-canadiense logra convertir a Shang-Chi es un chico valiente y aguerrido, que ha querido ocultar su pasado por años, pero que ahora debe aceptarlo y utilizarlo para hacer el bien. Su química con la siempre divertida Awkwafina es considerable, además; resultan muy convincentes como mejores amigos, tanto así que me encantó que no fuercen un romance entre ellos. No todas las películas de superhéroes necesitan escenas románticas, y “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos” es una gran prueba de ello. Es más, da gusto ver una representación creíble de una amistad entre hombre y mujer en un blockbuster de este estilo.

*ALERTA DE SPOILERS*

Si todavía no han visto Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos”…. dejen de leer.

Otro de los aspectos que disfruté enormemente en “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos” es la manera en que lidia con algunos de los mayores “errores” de la algo infame “Iron Man 3”. No me esperaba que trajeran de vuelta al Trevor Slattery de Ben Kingsley, por ejemplo; y lo que tiene el afamado actor británico acá es más que un cameo. Lo que hace es demostrar lo absurdo que fue su rol en la película protagonizada por Tony Stark, contrastándolo con el “verdadero” Mandarín (quien en realidad no quiere ser llamado así), y utilizándolo como alivio cómico. Kingsley es sorprendentemente gracioso, especialmente durante la batalla final —mientras los demás pelean por sus vidas, él se hace el muerto, tirado en el piso junto a su mejor amigo, una criatura peculiarmente adorable (y sin rostro).

Vale la pena mencionar, eso sí, es que la cinta termina convirtiéndose en una melcocha de efectos visuales durante sus últimos treinta minutos de metraje; la historia culmina en un enfrentamiento previsiblemente sintético, muy similar a lo que se ha visto en películas previas del MCU. Esto de por sí es suficientemente espectacular —especialmente cuando aparecen dos dragones mitológicos y poderosos—, pero contrasta a sobremanera con el resto del filme, el cual logra mantenerse relativamente realista (o al menos tan realista como una película de Marvel puede llegar a ser). Disfruté enormemente de la pelea en el bus en San Francisco, por ejemplo, o del encuentro entre Shang-Chi y los secuaces de Wenwu en medio de unos andamios de bambú. Son escenas llenas de tensión y bien dirigidas, que terminan siendo mucho más entretenidas que el clímax exageradamente digital.

Esto último no llega a arruinar la experiencia en general, felizmente. Eso se debe a que “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos” se centra bastante en el pasado oculto de su protagonista y en la relación que mantiene con su padre, el antagonista de la historia. Es así que su enfrentamiento final no solo involucra dragones gigantes y rayos de poder, si no también un choque de pensamientos, en donde uno quiere hacerle entender al otro que debe dejar el pasado a un lado, y abandonar la obsesión que lo está consumiendo. Es en estos últimos momentos que Wenwu parece redimirse (ligeramente), y que Shang-Chi logra convertirse en un verdadero héroe. Es la travesía del héroe y la redención (hasta cierto punto) del villano en una sola escena —algo un poco más sustancial que una mera guerra de criaturas mitológicas sintéticas.

Y cómo no escribir sobre las escenas post-créditos. Si “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos” funciona sin problemas como una historia individual, que puede ser disfrutada por cualquier persona que no haya visto ninguna otra película de Marvel (¡sí, ellos existen, todavía!), las escenas post-créditos establecen a Shang-Chi como un héroe firmemente plantado en el mundo de Marvel, dejándome muy emocionado por el futuro. En la primera, lo vemos interactuar con Bruce Banner (Mark Ruffallo) y la Capitana Marvel (Brie Larson), quienes tratan de averiguar de dónde vienen los Diez Anillos, y qué tipo de señal parecen estar mandando. Y en al segunda, vemos a Xialing adueñándose de la fortaleza de su padre, dando a entender que regresará en capacidad de villana (de repente) en una futura producción.

Ambas escenas, pues, apelarán a los fanáticos más acérrimos de la franquicia, y dejarán con algunas preguntas a quienes no estén tan familiarizados con Marvel —incitándolos, quizás, a ver el resto de películas de la saga. Pero al final del día, no son vitales para entender la narrativa de “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos”, y es ahí donde radica uno de sus mayores logros: es una historia de origen de estructura algo atípica (el héroe comienza la historia ya siendo un excelente artista marcial), que cuenta con un villano memorable, y que funciona muy bien sin estar directamente conectada al resto de películas del MCU. Si se sienten seguros yendo al cine,  vale la pena que vean “Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos” en la pantalla grande; no se me ocurre mejor película (al menos hasta el momento) para justificar el precio de la entrada. ¡Ni extrañarán la canchita!

8 Muy Bueno
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