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«Jumanji en la selva»: un blockbuster que entiende el mundo de los videojuegos

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Publicado: 15 de enero del 2018

Dwayne Johnson (más conocido como La Roca) es una estrella de lucha libre convertida en actor  de cine que prometía ser el siguiente Arnold Schwarzenegger; tanto así que, cuando recién comenzó su carrera cinematográfica, protagonizó una película de acción llamada “The Rundown” (y conocida, coincidentemente, como “Bienvenidos a la selva” en ciertos países) en donde el buen Arnoldo un poco más y le pasaba la antorcha (es uno de mis cameos favoritos de la historia, dicho sea de paso). Desgraciadamente, esto nunca pasó.

Lo cual no quiere decir que La Roca no haya protagonizado ninguna buena cinta de acción. El problema, más bien, es que se concentró más en blockbusters de grandes presupuestos, en salvar franquicias como la de “Rápidos y Furiosos”, y hasta en protagonizar filmes para niños, como la nefasta “El Hada de los Dientes”. Hasta ahora estoy esperando a que haga una buena cinta de explosiones, palabrotas, sangre y líneas de diálogo cursis, algo así como su versión de “Commando”, del buen Arnie. El buen Dwayne realmente merece protagonizar una cinta así.

Por lo pronto, sin embargo, seguiremos viéndolo en filmes menos intensos y un poco más familiares, como el recién estrenado “Jumanji en la selva”. La buena noticia, eso sí, es que se trata de una película de concepto ambicioso muy entretenida e hilarante por momentos; de hecho, considerando lo popular que es la primera entrega, protagonizada por el fallecido Robin Williams, no tenía muchas expectativas en relación a este secuela. Por ende, terminó sorprendiéndome: imprevisiblemente, no se trata de un blockbuster estúpido del montón. Hay un poco más de interés en este producto de grandes efectos especiales y actores populares.

Atrapados en un mundo virtual

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La película, sorprendentemente, comienza justo después del final de la anterior. Luego de encontrar el juego de mesa de Jumanji en la playa donde fue dejada, un hombre lo lleva a su casa y se lo deja a su hijo, Alex Vreeke (Mason Gussione). El chico, sin embargo, no le hace mucho caso; después de todo, en 1996 nadie está interesado en los juegos de mesa… ¡a él le importan los videojuegos! Aparentemente dándose cuenta de esto, Jumanji se convierte, en medio de la noche, en una consola estilo Atari o NES con cartucho y todo. Alex se despierta, prueba el juego… y desaparece.

Veinte años después, cuatro adolescentes — el geek, Spencer Gilpin (Alex Wolff), el jugador de fútbol americano, Fridge Johnson (Ser’Darius Blain), la chica popular y bonita, Bethany Walker (Madison Iseman), y la tímida y estudiosa Martha Kaply (Morgan Turner)— están en detención. Aburridos, encuentran la consola tirada en un depósito del colegio, deciden probarla… y son chupados por el aparato. Poco rato después aparecen en el juego, dentro de los cuerpos de los personajes que eligieron cuando prendieron la consola. Spencer se ha convertido en el musculoso Dr. Smolder Bravestone (Dwayne Johnson); Fridge es el pequeño  “Moose” Finbar (Kevin Hart); Martha se ha transformado en la atractiva y atlética Ruby Roundhouse (Karen Gillan), y la pobre Bethany es el gordo y lento profesor Shelly Oberon (Jack Black).

Para poder salir del juego, nuestros protagonistas tienen que pasarlo. Para ello, tienen que atravesar diferentes niveles, pelear contra animales salvajes y mercenarios en motocicletas, y enfrentarse al líder de los villanos: Van Pelt (Bobby Cannavale), el único personaje de la primera película que ha regresado (está vez, interpretado por un actor diferente). Durante su aventura, los cuatro chicos tendrán que resolver algunos asuntos pendientes entre ellos, y ayudar a otro chico a regresar a casa.

Una película que nos entiende

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Una de las características más resaltantes de “Jumanji en la selva” es que se nota que es una película hecha por gente que sabe de videojuegos. Muchas veces, los directores y/o guionistas de filmes Hollywoodenses tratan de desarrollar historias relacionadas al mundo de los videojuegos —mostrándolos tanto de manera positiva como negativa— sin saber mucho sobre el tema. Esto ha resultado, en muchos casos, en personajes que hablan sobre los juegos como si fuesen títulos para el Atari, donde lo único que importa son los puntos, y donde los niveles hacen sonidos de 8-bits, por más que el protagonista esté usando un control de PlayStation 4, o de cualquier otro sistema moderno.

Felizmente, ese no es el caso. El juego de Jumanji es desarrollado como un título de finales de los 90s o principios de los 2000; desde el look de la consola (una mezcla entre un Atari y un NES, con mandos similares a los de un Sega Génesis) hasta la manera en que es presentad el menú del juego (como algo sacado de la era del GameCube), se nota que el equipo se tomó la molesta de investigar para poder hacer del juego algo creíble y nostálgico. Ciertamente funciona.

Y eso que todavía no hablo de la experiencia que tienen los personajes dentro del juego en sí. Cada personaje tiene características exageradas acorde a lo que uno encontraría en un típico juego de plataformas o aventuras (La Roca es fuertísimo y puede usar combos; Shelly puede leer mapas, etc.); solo tienen tres vidas para utilizar; los personajes pueden ver cutscenes mientras se desarrolla el juego, y los NPCs (personajes no jugables) repiten las mismas líneas de diálogo y responden con frases predeterminadas, dependiendo de lo que uno les pregunte. “Jumanji en la selva” está lleno de detalles coherentes con el mundo que se está tratando de desarrollar, y que deberían hacer feliz a cualquier gamer que se anime a ver la película.

Entretenimiento puro y simple

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Resulta my divertido ver a este grupo de actores interpretar personajes algo distintos a los que nos tienen acostumbrados. La Roca es muy entretenido como un chico tímido e inseguro encerrado en el cuerpo de un héroe de acción; se nota que Johnson no tiene miedo de burlarse de sí mismo, y lo hace con aplomo. La Ruby de Karen Gillan no es más que una parodia del típico personaje femenino de juego de acción, algo así como una burla de la Lara Croft de los 90s (realmente no tiene sentido el que esté usando tan poca ropa en una selva llena de peligros); el Finbar de Kevin Hart no es tan divertido como el resto porque la diferencia entre el personaje adolescente y el avatar no es taaaan marcada; pero quien verdaderamente se roba el show es Jack Black. Su personaje es el más gracioso de todos, y bueno, verlo actuar como una adolescente en el cuerpo de un gordito de mediana edad (tanto acertadamente como hilarantemente) jamás me llegará a cansar.

A diferencia de la primera “Jumanji”, donde los efectos digitales eran el atractivo principal —junto con la presencia de Robin Williams—, aquí están mejor integrados en la historia, por lo que nunca llegan a llamar demasiado la atención a sí mismos. Además, considerando que la trama se desarrolla en un entorno virtual, son bastante más fáciles de creer. La dirección de Jake Kasdan (hijo de Lawrence Kasdan) es correcta, y la banda sonora de Henry Jackman transmite una palpable sensación de aventura y emoción. En ciertos momentos, me recordó mucho al estilo de Alan Silvestri; es bastante old-school.

No hay mucho más que pueda escribir sobre “Jumanji en la selva”. Se trata de un blockbuster bien hecho, una película “palomera” que aprovecha bastante su premisa para desarrollar una historia entretenida y ligera. Los personajes funcionan gracias al contraste entre sus versiones “reales” y “digitales”, y mucho del humor se deriva tanto de estas diferencias, como de los detalles relacionados al mundo de los videojuegos que Kasdan y su equipo han insertado. Para mi sorpresa, “Jumanji en la selva” terminó siendo una secuela que respeta mucho a su predecesora y que, en ciertos sentidos, es superior a la misma. Es entretenimiento puro, ni más, ni menos.

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