Desde que tengo uso de razón, he oído que el juego como actividad suele asociarse a los niños. Y es que justamente, los expertos en Psicología del Desarrollo coinciden en que el juego constituye en gran aporte en el desarrollo del niño, tanto en el plano social por aprendizaje de reglas y roles para generar conciencia sobre conductas apropiadas e inapropiadas en su medio social (Vygotski, 1968) como en el del aprendizaje, por ser contexto natural para el mismo y así poder ser una herramienta para la enseñanza (Ortega, 1991). Por este tipo de cosas, es común ver a muchos estudiosos y especialistas alentando el juego en los niños, aunque algunas veces sea con cierto recelo. Si hablamos específicamente de videojuegos, podremos averiguar que aproximadamente el 90% de los niños ha jugado o juega videojuegos.

De lo que no se habla mucho (o por lo menos no en esta parte del planeta) es de un adulto que juegue. Mientras que la primera idea que se nos pasa por la cabeza cuando nos mencionan la palabra juego, para muchos sería a niños jugando, aún en nuestros días es común ver que si un adulto confiesa que juega (a menos que fuese un juego de azar) es tomado como inmaduro. «¿No estás ya grandecito como para estar jugando?», se puede escuchar a menudo. Pero seamos francos, ¿sólo los niños juegan videojuegos?

 

UN ESTUDIO

De la Entertainment Software Association en el 2016, nos dice que la edad promedio de un gamer en los Estados Unidos es de 35 años y ha estado jugando videojuegos por más de 13 años, además que sólo el 27% del total es menor de edad.

Fuente: Entertainment Software Association

 

«¿Eres un hombre de 30 años y sigues jugando videojuegos? ¡Ya madura!»

 

Ya he perdido la cuenta de cuántas veces he escuchado esta frase, principalmente emitidas por varias féminas, entre familiares, amigas y no sólo a mí sino a muchos de mis amigos que comparten la afición que tengo. Es entonces que me pregunto qué podrían pensar si supieran que, en el mismo estudio mencionado líneas arriba, las mujeres de más de 18 años representan el 31% del total de jugadores, mientras que los hombres de menos de 18 sólo alcanzan al 17% del total. ¿Seguirían pensando lo mismo?

 

LA REALIDAD

es que en el futuro, los hardcore gamers serán nada más y nada menos que ADULTOS MAYORES.

Y es que, a partir de la adolescencia, el aspecto lúdico no desaparece sino que se transforma. En esta etapa, el juego ya no es una herramienta de aprendizaje y exploración del mundo exterior, sino que se convierte en una forma de socialización. Entonces aparecen otras formas de juego, orientadas a tener contactos físicos con personas que le atraen (la clásica «Botella borracha», «Verdad o castigo», por ejemplo) o para crear lazos en un grupo de individuos. Este último objetivo persiste en la adultez, de hecho juegos de cartas, el ajedrez, los deportes, entre otros, son socialmente aceptados como escape para la necesidad de lo lúdico, como forma de distracción. ¿Y por qué no sucede lo mismo con los videojuegos?

 

 

Prejuicios

Aún hoy, mucha gente sigue pensando que es mucho mejor que una persona se dedique a cualquier actividad, incluso otro tipo de juego siempre que sea un deporte, antes que lo haga con videojuegos.

Que te vas a volver adicto (efectivamente lo podrías ser si los juegas en exceso), que te vas a volver un retraído social o agresivo, que te malogra la vista, que te trae déficit de atención y concentración, entre muchos otros, son a menudo los argumentos más frecuentes para que alguien descalifique a una persona por jugar videojuegos. Nada más lejos de la realidad.

En artículos posteriores trataremos el tema más a fondo, pero de momento los dejaremos con una TED Talk de la neurocientífica y profesora de la Universidad de Ginebra Daphne Bavelier, sobre los principales mitos derribados por la ciencia sobre el efecto de los videojuegos en nuestro cerebro.