Hace mucho tiempo, un buen amigo me contó una anécdota notable. Empezó por contarme las costumbres solitarias de su esposa que, de vez en cuando, le gusta estar sola; sin compañía, solamente ella y su mente. En un viaje reciente que hicieron con su familia a las playas del norte del Perú, ella quiso tener uno de estos momentos a solas. Luego de caminar un poco al lado del mar, se encontró con un señor. El hombre se notaba mayor, desde luego pasaba los 50 años. Él le preguntó: ¿Tú también buscas la soledad? Ella le respondió que sí y le pregunto como es que él sabia esto. El señor le respondió, “Eres igual que yo! Déjame decirte algo curioso, cuando alguien busca la soledad, tiende a encontrar otras personas que también la están buscando, y por eso, uno nunca llega a estar verdaderamente solo, uno nunca llega a estar en soledad”. Ante esta anécdota tan linda, no puedo dejar de sentirme identificado con las palabras de este señor; y yo las entiendo, a través los videojuegos.

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Déjenme contarles sobre una pequeña característica personal que tengo, o mejor dicho, que tenía: la timidez. Esa es la razón más importante por la cual siempre he preferido los juegos singleplayer la mayor parte de mi vida. Siento que dentro de un mundo virtual en el cual pueda pasar horas perdido, encuentro una parte mía que no estaba ni enterado que existía. Es por eso que la saga “The Elder Scrolls” se convirtió en mi serie favorita.

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The Elder Scrolls: Oblivion, fue el primer juego en el cual invertí un promedio de más de 50 horas. El mundo era (y lo sigue siendo) increíble, la cantidad de cosas por hacer y explorar no tenían límite. Además, como era exclusivamente singleplayer, éramos solo yo y mi mente. Una pequeña región virtual en la cual podía hacer lo que quiera sin ser juzgado o observado por nadie. Podía transformarme en un vampiro y vivir de la sangre de otros si así lo deseaba. También, podía unirme al gremio de guerreros y ser parte de la hermandad oscura (una asociación de asesinos). Me sentía verdaderamente libre de ser quien yo quisiera ser. Pueden imaginar lo furioso que me sentí cuando se anunció que el próximo The Elder Scrolls iba a ser The Elder Scrolls Online. Sentí que las historias que viví en esa saga iban a ser compartidas y los pocos momentos privados que tengo con mi mente, ya no los iba a poder tener. Pero gracias a ciertos juegos que mezclaron positivamente el singleplayer y el multiplayer, empecé a encontrar un agrado, que no sabía que tenía, hacia los juegos multiplayer.

El primero de estos juegos fue Demon’s Souls. Aparte de ser uno de los juegos actuales más difíciles, este juego revolucionó la industria al ofrecer una nueva forma de experimentar el multiplayer, al tenerlo siempre presente en el singleplayer. Fue el primer juego en el cual disfrutaba mi momento a solas sin sentirme solo y no me molestaba. Podía leer los mensajes que dejaron otras personas para intentar que no caiga en una trampa y podía ver las muertes de otros jugadores para así poder anticipar enemigos muy fuertes. El juego brinda la opción de poder llamar a otro jugador para que ayuda a vencer al jefe del área. Demon’s Souls logró hacerme entender que uno puede disfrutar de su soledad con ayuda de extraños. Claro, también uno no tardaba en darse cuenta de que la cooperación no es tan mala cuando tienes que matar a un dragón de 50 metros tú sólo.

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El segundo juego que logró está integración de una manera única, fue Journey. Esta joya indie (independiente) es uno de los juegos donde el multiplayer es parte indispensable de la verdadera experiencia singleplayer. El objetivo del juego es llegar a una montaña que se ve en el horizonte, pero el verdadero placer del juego se encuentra en la travesía rumbo a la montaña. Y es en está travesía en la que te introducen, repentina y momentáneamente, a personajes iguales a tu personaje principal cuyo objetivo también es llegar a la montaña. Tienes la opción de interactuar con ellos o no. Si lo haces descubres que puedes avanzar más rápido con ellos que solo. Lo increíble es que el juego no te dice que estos otros personajes son jugadores que también están jugando el juego como tú. El hecho de saber eso cambia la experiencia totalmente. Empiezas a usar el único método de comunicación que tienes (un sonido único que emiten estos personajes) para llamar la atención del otro y ver si pueden ayudarse mutuamente. Luego de pasar a otra parte del juego, puede que te alejes de la persona con la que cooperaste sin si quiera poder decir adiós. El juego repite esta mecánica muchas veces hasta el final.

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Esa interacción no hizo más que cautivarme. Me emociono el hecho de que hayan maneras de cooperar con alguien sin perder la sensación de estar en un estilo de juego singleplayer. Empecé a sentirme atraído por el hecho de jugar juegos que logren esto de forma más grande. Y el último juego en hacerme sentir eso, fue Destiny.

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Destiny fue el juego que logró que pierda timidez para hablar con gente desconocida. Todo empezó porque realice un viaje a Chile en donde conocí a una persona que cuando le conté que me iba a comprar Destiny para PS4, me contó que él también tenia planeado comprarse el juego (en ese entonces, faltaban unas semanas para el lanzamiento oficial del juego). Le di mi usuario de PlayStation Network, el me agregó y yo lo acepté.

A penas salió a la venta Destiny lo empecé a jugar y pensé que iba a poder tener mis momentos de soledad, pero no era así. Si es que me encontraba haciendo alguna patrulla en la superficie lunar, puede que se cruce por mi camino otro Guardián (nombre de los personajes que utilizan los jugadores) que puede desde solo pasar en su Sparrow (la moto espacial de Destiny) hasta ayudarme en lo que esté haciendo. Lo primero que pensé fue: “Journey”. El hecho de haber jugado Journey, hiso que me sienta cómodo con otros jugadores merodeando a los alrededores.

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Unos días después, mientras jugaba Destiny, note que mi amigo Chileno estaba conectado y que también lo estaba jugando. Se unió a mi escuadra en el juego y lo primero que pensé fue: ¿Debería usar micrófono? Me di cuenta al instante de que él si estaba con uno, pero yo no pude ponerme el mío. Prefería jugar sin hablar, como si fuera un juego singleplayer. Y así terminamos una misión juntos, yo sin hablar y él sin decir nada, esperando el sonido o señal de que yo también tenga mi micro para hablar. Al día siguiente, en otra misión, el empezó a decir: “Hola, hola? Me escuchas? Si me escuchas conecta tu micro”; y me dije a mi mismo: “Que más da, conectaré el micrófono”. Cuando lo conecté dije: “Hola como estás?” (las primeras palabras que le decía en mi vida a alguien a través de un juego) Él me respondió: “Buena loco que tál todo?!” Y después de los saludos formales al inicio de cada conversación, tuvimos lo que yo considero, una charla muy agradable sobre Destiny y sobre la vida misma. Unos días después el me presentó a un amigo suyo, ese amigo a otro amigo, ese amigo a otro amigo y así sucesivamente.

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Resulta que logre hacer verdaderos amigos a través de Destiny. Mis amigos y yo creamos un Clan de Destiny, para hacer los raids (las incursiones) todos juntos. Ahora no sólo son mis amigos de PlayStation, también los tengo en Facebook; donde formamos un grupo para coordinar que otros juegos podemos comprarnos y jugarlos todos juntos. Ahora, gracias a mi agradable experiencia con Destiny y los amigos que hice ahí, me recorren por el cuerpo unas ganas impresionantes de querer jugar The Elder Scrolls Online, con mi clan, cuando salga para PS4 este 9 de Junio.

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Me siento una persona más extrovertida, más amigable y más segura de si misma. Todo esto es gracias a los juegos que empezaron a mezclar multiplayer con singleplayer; los que me llevaron hacia mi grupo de amigos con los que juego diariamente. De no haber sido por Demon’s Souls, Journey o Destiny no tendría el grupo de gente con la que puedo jugar casi todos los días. Seguiría igual de tímido, sin hablar por el micrófono y sin socializar con otras personas a través de los juegos.

Journey fue el juego que mejor logró que aceptara a otros jugadores como parte de mi travesía personal, pero compartida. He aprendido a apreciar los juegos cooperativos desde un nuevo punto de vista gracias a estos juegos.

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El tema de la timidez siempre me prohibió mostrarme como soy por miedo a algo, que la verdad, ni me acuerdo. Es increíble poder decir que me siento más seguro de mi mismo gracias a los juegos. Espero que más diseñadores logren usar esta nueva tendencia de manera creativa y que nos ayuden a interactuar entre nosotros de formas simples y nunca antes vistas. El futuro es magnífico, no puedo esperar a ver que sorpresas nos va a traer.